ANA GARCÍA

Una normativa europea obliga a que permanezcan pegados a partir de julio

10 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

A partir del 3 de julio, una norma europea refrendada en España por la ley de residuos 7/2022, obliga a que los tapones de las bebidas de hasta tres litros queden adheridos a las botellas o los tetrabriks en los que están envasadas. De ahí que los fabricantes se hayan ido adaptando en los últimos meses para que en estos momentos la gran mayoría de los envases vengan ya con este formato. El objetivo es evitar que los tapones acaben desperdigados en el medio natural y facilitar su reciclaje, aunque a costa de lastrar las populares campañas solidarias financiadas con la recogida de estos tapones que también van para reciclar.

Ecoembes, que se encarga de la gestión de los residuos de envases domésticos en España, dice que «esta medida es una muestra clara de cómo las regulaciones se van adaptando y ayudando a mejorar el proceso de reciclaje y su eficiencia» porque la ley tiene como finalidad «prevenir la pérdida de las tapas y tapones de plástico de botes y botellas y facilitar su proceso de reciclaje». Un objetivo no menor, porque un informe de la propia Unión Europea calcula que suponen más del 6 % de la basura que acaba en las playas. Además, con este cambio se facilita que lleguen al punto final del proceso de reciclaje. «Se evitará que por su tamaño reducido (menor a 40 mm) se cuelen en las zonas de triaje de las plantas de separación de residuos. Así, se garantiza que lleguen a las empresas recicladoras homologadas para que puedan darle una nueva vida al plástico», añade Ecoembes.

Un beneficio ambiental que corrobora Alfredo López, biólogo de la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma) para quien, lógicamente, la pérdida de tapones evita que se reduzca el riesgo de que sea ingerido por los animales marinos. Aunque, en realidad, sospecha que las motivaciones de la industria son otras y tienen que ver con su responsabilidad en el reciclaje de los envases.

ANA GARCÍA

En cualquier caso, más allá del aspecto ambiental lo que verdaderamente está dando que hablar es la incomodidad del nuevo sistema. Pese a que en las redes sociales proliferan las bromas sobre las dificultades para beber directamente de las botellas, la realidad es que en la mayoría de los casos este nuevo diseño no supone más drama que el de tener que girar el envase para que la tapa quede a la altura de la mejilla y no impacte con la nariz.

Santiago Carro, fisioterapeuta de la Asociación de Padres de Personas con Parálisis Cerebral de A Coruña (Aspace), que trabaja a diario con personas que tienen dificultades motoras y problemas para controlar los movimientos, dice que este cambio no les ha supuesto avance ni retroceso alguno. «Para las personas con ciertos problemas de movilidad el problema es el tapón en sí», a la hora de enroscarlo y desenroscarlo, y también «el movimiento de basculación» para poder beber directamente de la botella», explica el especialista. De ahí que en la gran mayoría de los casos ya tengan adaptados sus sistemas para beber con pajitas, vasos antideslizantes y otros dispositivos.


Por lo que respecta al uso solidario de los tapones, la Fundación Seur ha concentrado parte de las campañas y destaca que ha conseguido ayudar a 205 niños con los 1,4 millones de euros entregados para financiar tratamientos médicos. Su coordinador general, José Manuel García, dice que han revisado la directiva europea, que data ya del año 2019, y «por ningún lado indica que no se puedan quitar los tapones de las botellas». Además, inciden en que han contacto con la recicladora con la que trabajan, «quien nos ha confirmado que los tapones pueden ser separados de las botellas para su reciclaje, y que seguirán aceptando los tapones que les enviamos sin ningún problema». De ahí que hayan decidido seguir adelante con Tapones para una nueva vida, el que consideran su proyecto estrella.

Sin embargo, cuestiones legales y operativas aparte, otras entidades más pequeñas sí que advierten claro riesgos para sus programas. «Sí nos estamos encontrando con que a la gente le da pereza separar el tapón de la botella y sí se está notando un poquito el bajón. De momento no es mucho, pero sí que se está notando», explica Manuel Barcia, de Taporelmun de Vigo.

«Sí, nos ha fastidiado mucho», corrobora Eva Giménez, presidenta de la Fundación Asdent, que lleva 14 años recaudando fondos para investigar la enfermedad de Dent. Apunta que ya sufrieron el problema de la bajada del precio del plástico y ahora se encuentran con que los tapones son más pequeños y quedan adheridos a las botellas. «No tenemos alternativas, nos tenemos qué reinventar, pero ¿por qué no nos ayudan? Quitando esta normativa ayudan a la solidaridad y a lo mejor no lo saben», reclama Giménez.

Además, detrás de todo esto, hay una cuestión mucho más de fondo, según denuncian Zero Waste Europe y la Alianza Residuo Cero, que encargaron un estudio a una consultora británica y aseguran que frente al 71 % que reflejan los datos oficiales en realidad en España solo se recogen de manera separada el 36 % de las botellas de plástico, con lo que el Ministerio de Transición Ecológica debería implantar ya el sistema de devolver el casco en el punto de compra que funciona con éxito en más de 50 países de todo el mundo.



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