Los fabricantes y distribuidores ponen de relieve que los envases cumplen una función esencial para preservar la calidad de los productos y conseguir que lleguen de forma segura al consumidor.
La aprobación del Reglamento Europeo de Envases y Residuos de Envases (PPRW) a finales del pasado mes de abril supuso un hito de cara a la armonización del marco legislativo al respecto en todos los Estados miembros de la UE. Entre otras metas, establece el objetivo de reducir en un 15% los desechos de envases para el año 2040, quiere lograr que todos se conviertan en reciclables antes de 2030 -prohibiendo los de un solo uso-, aspira a aumentar la utilización de plástico reciclado en los embalajes y propone un sistema de etiquetado más claro.
En definitiva, el Reglamento aspira a impulsar un nuevo modelo de producción y consumo en el que el valor de los productos se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, minimizando la producción de residuos y aprovechando al máximo aquellos que no se puedan evitar. Las luces y sombras de esta normativa para los fabricantes y distribuidores se abordaron en el encuentro Transición a una economía más circular: PPWR y sus implicaciones para el sector del packaging, organizado por EXPANSIÓN con la colaboración de SIG.
Desafíos
Las compañías del sector agroalimentario valoran el paso adelante que supone esta regulación, aunque advierten de algunas asignaturas pendientes. «Hay aspectos muy positivos, pero da la sensación de que se pierden de vista algunos aspectos fundamentales: es necesario realizar un análisis más técnico y científico», señaló Eduardo Fernández López, director general de Apis Group. En este sentido, apuntó que «el envase cumple una función social muy relevante para llevar el alimento al consumidor en condiciones seguras y con una buena experiencia de consumo».
De forma adicional, el director general de Apis Group quiso poner de manifiesto «la responsabilidad y el compromiso» demostrado por los fabricantes españoles y europeos para reducir el impacto ambiental.
Emilio Oviedo, director para Iberia de la Alianza para los Cartones para Alimentos y Bebidas por el Medio Ambiente (ACE), se mostró de acuerdo en que «no se han tenido suficientemente en cuenta cuestiones como la funcionalidad de los envases». Pese a que el sector trabaja para mejorar el ecodiseño y lograr que sean más fáciles de reciclar, la principal función de los envases no deja de ser proteger y garantizar la seguridad de los alimentos. No obstante, el empleo de materiales reutilizados puede dar lugar a riesgos en términos de calidad alimentaria.
De este modo, Emilio Oviedo echó en falta la existencia de «estudios técnicos sobre aspectos como el ciclo de vida de los productos».
En la misma línea, «se trata de un tema muy complejo: cuando un envase no cumple su función de forma adecuada y provoca que el producto se acabe desperdiciando, genera un impacto negativo mucho mayor», advirtió Esther Colino, directora de asuntos públicos de ProCircular, el Scrap (Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor) impulsado por Reclay.
Además de introducir elementos como el ecodiseño, la prevención, el etiquetado y la mejora de la reciclabilidad, Colino añadió que «el Reglamento traslada la responsabilidad directamente a las empresas».
Aunque valoró estos avances, la directora de asuntos públicos de ProCircular consideró que «el envase debería ser reconocido como un bien que nos permite disfrutar de los alimentos sin que sufran un deterioro. Este debe ser el punto de partida».
«La regulación es una oportunidad y aclara algunas cuestiones, pero parece que en ciertas partes se ha demonizado el embalaje, y en especial el plástico, como si fuera un capricho», apuntó Javier Fernández Menéndez, managing director de Bag-in-Box & Spouted Pouch y Advocacy & PA Lead para Iberia de SIG. A pesar de ello, aseguró que «los envases no son el problema, sino la solución en la mayoría de los casos».
El responsable de SIG planteó que «esta legislación, que es muy compleja y técnica, debe ir de la mano de una labor de divulgación hacia el consumidor final en cuanto a la recolección». Asimismo, agregó que «hay que analizar el impacto de los materiales reciclados o renovables en la huella de carbono y en la seguridad alimentaria».
Por su parte, «el envase es un aliado, sobre todo para el consumidor pero también para el fabricante», dijo Manuel Blanco, director de lácteos del Grupo Covap, integrado por la Cooperativa Ganadera del Valle de los Pedroches y por las empresas Lactiber, Làctia y Naturleite. De este modo, Blanco sugirió que «la normativa no debería perder de vista al consumidor».
Acerca de los desafíos que esto supone, el director de lácteos del Grupo Covap puso de manifiesto «la proactividad y la capacidad de adaptación de la industria agroalimentaria española para adaptarse a cualquier cambio normativo que genere un impacto en el consumidor».
Desde la perspectiva de una empresa que opera en más de 30 países, «para nosotros tiene mucho sentido que haya una armonización y que la UE busque fórmulas para gestionar los envases de forma circular», comentó Michaela Reischl, directora de RSC de Lidl España. La compañía, que cuenta con una estrategia para gestionar sus envases, tiene el objetivo de reducir el uso del plástico en un 30% hasta 2025. Reischl subrayó que «la innovación es fundamental para encontrar nuevas soluciones que permitan conseguir estos objetivos».
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