Miguel habla de esa economía circular que Milagros desconoce… a pesar de haberla aplicado de forma inconsciente durante toda su vida. En un intento por explicar ese modelo de producción y consumo, su nieto le cuenta que ahora el aceite de cocina usado puede tener una segunda vida y transformarse en combustible renovable mediante un proceso químico fruto de años de investigación y desarrollo.
Para Milagros, optimizar recursos y minimizar residuos ya era una condición básica al llevar la casa, así que le habla a su nieto de las “croquetas de aprovechamiento” que tanto le gustan y que ella siempre prepara con los restos de guisos de pescado o carne de esas reuniones familiares en las que siempre sobra comida.
Es entonces Miguel el que escucha, sin perder detalle, y toma conciencia de que esas prácticas de aprovechamiento y reutilización han estado presentes desde hace muchos años en su hogar. “Teníamos que apañarnos con lo que había”, explica la abuela. “En mi casa no se tiraba nada (…) nosotras también usábamos el aceite usado, pero para fabricar jabón; y en las tiendas te daban tres pesetas por devolver las botellas de cristal, los cascos”, le cuenta.
En realidad, el viaje de Miguel y Milagros es ficticio, pero eso es casi lo de menos. Su relato es el del encuentro de dos generaciones que, sin saberlo, tienen en común la economía circular por la que apuesta Repsol con sus combustibles renovables. Estos combustibles, disponibles ya en 342 estaciones de servicio de Repsol en la Península Ibérica y en 600 antes de que acabe el año, suponen una nueva alternativa para la movilidad que pretende reinventar lo cotidiano y transformarlo para que sigamos disfrutando del viaje.
Cuando llegan a Cartagena, Miguel decide hacer una pequeña parada para enseñar a su abuela desde el coche su lugar de trabajo. Se trata de la primera planta de producción a gran escala de combustibles renovables de la Península Ibérica. Miguel está realizando en Repsol las prácticas de su carrera de Química y le explica que la planta tiene capacidad para fabricar 250.000 toneladas anuales de combustibles renovables. Sin acabar de entender muy bien de qué manera se puede fabricar diésel renovable con residuos orgánicos, Milagros sonríe a su nieto mientras piensa: “Cómo han cambiado los tiempos”.
Aquella generación que cursó la EGB recordará la emblemática canción que se cantaba en los autobuses de las excursiones escolares: “Para ser conductor de primera, acelera, acelera”. Miguel ha escuchado una y mil veces a sus padres tararearla en sus viajes veraniegos durante su infancia. Ahora, él podrá cambiar la letra y decir: “Para ser conductor de primera, aprovecha, aprovecha”.
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