Imagen de una persona reciclando (COGERSA/Europa Press)Imagen de una persona reciclando (COGERSA/Europa Press)

La economía circular es un modelo de producción y consumo que se basa en la reutilización, reparación, renovación y reciclaje de materiales y productos existentes durante el mayor tiempo posible. Así, se extiende la vida útil de los productos, se minimiza la generación de residuos, se reduce el consumo de materias primas, agua y energía, y, como consecuencia, se disminuye el impacto ambiental.

Este enfoque contrasta con la economía lineal tradicional de “producir, usar y tirar”, promoviendo una sociedad más sostenible que trabaja hacia la reducción de la dependencia de recursos no renovables y la minimización de los daños al medio ambiente.

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Según Ecoembes, en la actualidad, “cada español genera al año una media de 460 kg de residuos urbanos, es decir, seis veces más que su peso medio”. Este alarmante dato surge como resultado del modelo económico lineal que ha predominado. Por ello, la organización medioambiental advierte de la necesidad de “implantar otro sistema más sostenible, que aproveche los recursos y dé una nueva vida a los residuos que generamos”.

En este sentido, España es uno de los países que menos recicla de toda la Unión Europea, ya que solo recupera un 48% de los residuos generados (frente al 58% de la media de la comunidad europea), según un informe elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).

Las bajas tasas de reciclaje en España han llevado a una limitada tasa de uso circular de materiales, que incluso ha disminuido a lo largo de los años. Mientras que en 2010 la tasa se situaba en el 10,4 %, para 2022 este porcentaje descendió al 7,1 %.

La economía circular no solo implica cambios en la producción y el consumo, sino también en los modelos de negocio y de educación y las políticas económicas, fomentando prácticas como el ecodiseño, la economía compartida, y la eficiencia de los recursos.

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Además de contribuir a la autosuficiencia de países que dependen de terceros para adquirir materias primas, la economía circular también puede tener efectos positivos en la mitigación del cambio climático.

La extracción y explotación de materias primas ejercen un impacto significativo en el medio ambiente, aumentando no solo el consumo de energía, sino también las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. Este proceso contribuye al calentamiento global y al deterioro de los ecosistemas naturales.

Además, la producción y procesamiento de estos recursos implican una intensa actividad industrial que, a menudo, conlleva la liberación de sustancias contaminantes en agua, aire y suelo, afectando a la biodiversidad y la salud humana.

Al reciclar y reutilizar materiales ya existentes, se reduce la necesidad de extracción de nuevos recursos, disminuyendo así la huella de carbono asociada a estas actividades.

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El Acuerdo de París, adoptado en 2015 en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), establece el compromiso global de limitar el aumento de la temperatura media del planeta a menos de 2 °C respecto a los niveles preindustriales, procurando no sobrepasar el umbral de 1,5 °C. La economía circular juega un gran papel en la reducción de las emisiones para alcanzar ese objetivo.

Dónde acaba la ropa que tiramos a contenedores de reciclaje (Greenpeace)

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