Te proponemos un ejercicio de imaginación. No te va a costar, porque seguro que ya te ha pasado esto alguna vez. Imagínate que se te estropea el móvil o los auriculares bluetooth que utilizas. Sé sincero: ¿qué te sale más barato y más rápido, arreglarlos… o comprarte unos nuevos? Si has respondido con sinceridad, ya sabemos la respuesta. Tranquilo, no eres el único: a todos nos pasa o nos puede pasar. Pero ya es hora de que le demos la vuelta a esta situación. Hoy, en Planeta Circular, hablamos de los consumidores y nuestra preocupación –o despreocupación– por la economía circular.

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Vamos a poner un poco de contexto en todo esto. Según un informe de la Fundación Cotec para la Innovación, España está lejos de ser circular: señala que en 2019 solo un 10% de los requerimientos totales de material estuvieron cubiertos por material recuperado. Se trata, sin embargo, de una cifra cercana a la media de la Unión Europea, que se queda en el 11,8%, aunque muy por debajo respecto a otras zonas como Países Bajos (30%) o Francia (20%).

De todo esto podríamos inferir que a los españoles nos preocupa poder reparar un aparato cuando nos ha costado mucho dinero, pero lo mejor es hablar con una experta. Nos hemos citado con Adelaida Sacristán, directora del área de Conocimiento en la Fundación Cotec para la Innovación, quien, para empezar, se pregunta «si de verdad conocemos qué es el concepto de economía circular, pues es relativamente nuevo». Por ejemplo, «en 2022, más del 50% de la población española conocía este término. Nos falta todavía hasta llegar a porcentajes más elevados, pero es muy llamativo que en 2017 solo decía conocerlo el 11% de la de la población».

Lo que se ha conseguido y los retos pendientes

Sacristán considera que, en muchos casos, España es un país plenamente consciente de varios de los retos relacionados –en mayor o menor medida– con la economía circular. Por ejemplo, la preservación del medioambiente. «Al 80% de la población le preocupa mucho o bastante cuestiones como el cambio climático; existe una concienciación sobre ello».

Otro buen ejemplo es el de la separación de residuos, una actividad en la que los españoles conocen de sobra la necesidad de llevarla a cabo. Sin embargo, «muchas veces se asocia la economía circular solo a la separación de los residuos», pero el concepto va mucho más allá. «Tendríamos que avanzar en cuestiones como no generar tantos residuos como los que estamos generando. Y para eso se puede optar por la reutilización, con el mercado de segunda mano como una oportunidad para mantener la vida útil de los productos durante más tiempo, o la reparación». Y en este sentido, considera que «a veces no nos resulta fácil, pero desde las instituciones europeas se está intentando avanzar en la normativa para facilitarlo».

Pero el concepto de economía circular sigue sin acabarse, ya que también puede referirse a «reducir las compras que no necesitamos o disminuir el desperdicio alimentario: tres de cada cuatro hogares desperdicia alimentos y, de media, los españoles estamos desperdiciando unos 30 kilos por persona al año. Hay cosas en las que, evidentemente, todavía tenemos que mejorar».

«La economía circular implica un cambio sistémico que no se va a producir si no estamos todos comprometidos e implicados»

En cualquier caso, sería injusto cargar toda la responsabilidad sobre los consumidores. Adelaida Sacristán es tajante en este punto: «La economía circular significa un cambio de modelo, y esta es una tarea de todos, porque implica un cambio sistémico que no se va a producir si no estamos todos comprometidos e implicados. Las administraciones ahora mismo están señalando el camino que tenemos que seguir mediante políticas y normativas con las que se está tratando de impulsar este cambio de modelo».

Por otra parte, «las empresas están adaptando sus modelos de producción desde el diseño de productos más sostenibles, porque el 80% del impacto ambiental de un producto está determinado por su pase por la fase de diseño. También las empresas pueden optar por lo que se llama la simbiosis industrial: que lo que para unos sectores es un residuo, para otros pueda ser una materia prima secundaria», añade. Y por último, «los ciudadanos jugamos un papel fundamental, porque nuestro comportamiento, nuestros hábitos y nuestras decisiones de compra tienen un poder muy grande para impulsar esta transformación hacia la economía circular». Así que, evidentemente, «es una tarea de todos y en la que tenemos que colaborar», concluye.

Te proponemos un ejercicio de imaginación. No te va a costar, porque seguro que ya te ha pasado esto alguna vez. Imagínate que se te estropea el móvil o los auriculares bluetooth que utilizas. Sé sincero: ¿qué te sale más barato y más rápido, arreglarlos… o comprarte unos nuevos? Si has respondido con sinceridad, ya sabemos la respuesta. Tranquilo, no eres el único: a todos nos pasa o nos puede pasar. Pero ya es hora de que le demos la vuelta a esta situación. Hoy, en Planeta Circular, hablamos de los consumidores y nuestra preocupación –o despreocupación– por la economía circular.


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