España, como el resto de Europa, está inmersa en un cambio de modelo energético para dar respuesta a la descarbonización. Han sido años intensos, con una clara apuesta por las energías renovables y una búsqueda incansable para encontrar la forma de reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Pero a pesar de los esfuerzos son muchas las incertidumbres que tiene el sector, muy sensible a las tensiones y conflictos bélicos internacionales. Además, quedan todavía muchos retos por delante para llevar a cabo la transición energética.

Como recuerda Andrés Cadenas, director de Utilities, Transporte y Distribución de Electricidad y Gas en Accenture, entre las fortalezas del sistema energético español están la disponibilidad de recursos renovables eólico y solar, el potencial del biometano, unas redes de transporte de electricidad y gas robustas y malladas, unos índices muy altos de calidad de suministro y la capacidad de almacenamiento de GNL (gas natural licuado). Al hablar de las debilidades, cree imprescindible remarcar que «España es prácticamente una isla energética débilmente interconectada con el resto del continente europeo a través de Francia, tanto a nivel eléctrico como de gas». Seguimos todavía muy lejos de los objetivos marcados por la UE para alcanzar un 15% de interconexión en 2020 (2,8% actualmente en cuanto a electricidad). «Se necesita más almacenamiento para evitar los vertidos de renovables, así como una regulación y retribución adecuadas tanto para la propia transición energética como para la digitalización necesaria que la facilite», añade.

Los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) son exigentes y lo serán aún más. La actualización que está preparando el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que se publicará en breve contempla un 32% de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero respecto a 1990 (vs. 23% en Pniec 2020), un 44% de mejora de eficiencia energética final (vs. 41,7% en 2020), un 81% de generación eléctrica renovable (vs. 74% en 2020) y un 48% en uso final de energía (vs. 42% en 2020). «Para conseguir los objetivos de la transición energética se necesita tanto el despliegue de generación renovable como de redes que conecten esa generación con la demanda», indica Cadenas. Según Eurelectric, por cada euro de inversión en renovables son necesarios 0,67 euros de inversión en redes. Las compañías de transporte y distribución de electricidad tienen limitado por la regulación el máximo que pueden invertir anualmente. «Las cifras de inversión en redes contempladas en el Pniec son superiores a esos límites, por lo que se requiere una coordinación de la normativa», alerta el consultor. Además, los plazos de tramitación y autorización para iniciar la construcción de instalaciones «no están siguiendo los ritmos que impone el Pniec. Sería deseable una mayor agilidad en los procesos de acceso y conexión y autorización administrativa, así como medidas de apoyo para gestionar la contestación social de algunos proyectos», reflexiona Cadenas.

Víctor Ruiz Ezpeleta, profesor de OBS Business School, también habla de exigencia y dificultad para conseguir los objetivos marcados en el Pniec y «como todos los objetivos necesitan de un punto de partida y un punto al que llegar, hace falta voluntad y recursos para poder llevarlos adelante. Veremos a ver si nos podemos acercar», subraya.

Fondos europeos

 

Los fondos europeos se han convertido en una oportunidad para apuntalar un cambio de modelo que ponga punto final a la dependencia energética que tradicionalmente ha sufrido España. «El Perte de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento financiado por los fondos europeos Next Generation está impulsando este cambio de modelo. Por ejemplo, el programa de incentivos al autoconsumo, almacenamiento y climatización con fuentes de energía renovable (aerotermia, biomasa, etc.), dotado inicialmente con 660 millones de euros, se ha ampliado a 1.320 millones», indica Cadenas. Ezpeleta resalta que los objetivos de los fondos son la modernización y digitalización de las empresas, también a nivel energético. «Va a ser una buena oportunidad para que además de las ayudas cumplamos con reducir la producción y tener menos dependencia de las energías de combustibles fósiles», subraya.

En este cambio de modelo se debe tener en cuenta el papel que están ocupando las energías de transición que tienen la misión de sustituir definitivamente el carbón, petróleo y gas y «ser una alternativa real al desarrollo de la sociedad desde un punto de vista más sostenible», explica el docente de la OBS Business School. «En 2022 la Unión Europea declaró el gas natural y la energía nuclear como verdes. Ambas son las principales energías de transición y tienen un rol muy relevante en el mix energético español. En la generación eléctrica de 2022, el gas natural supuso el 29,37% y la nuclear el 20%. Además, el gas natural representó el 15,4% de la energía final consumida en España (electricidad más otros usos)», afirma Andrés Cadenas. Resalta también el potencial del biometano en España, solo por detrás de Alemania y Francia a nivel europeo, 100% compatible con las instalaciones de gas natural existentes, y que alcanza los 163 TWh (prácticamente la mitad de la demanda de gas natural de España) y que podría cubrir toda la demanda de gas natural residencial, 44 TWh. «Es una energía de transición autóctona, que facilita estratégicamente la autonomía energética del país y que proporciona una salida a los residuos ganaderos y agrícolas en modo economía circular. A modo de ejemplo: se podría prescindir de todo el gas ruso importado por España en 2023 (73 TWh)», matiza el consultor.

Fusión nuclear

 

En el informe ‘El sector energético en España: retos en un futuro inestable’, elaborado por Víctor Ruiz Ezpeleta, se habla del papel que puede llegar a tener la generación de energía mediante fusión nuclear. A diferencia de las centrales convencionales, donde se libera energía mediante fisión, la fusión es un proceso donde a muy altas temperaturas pueden unirse átomos generando una gran cantidad de energía. «Este proceso no genera residuos nucleares y es una energía limpia e inagotable, pudiendo solucionar el problema de la energía para siempre», resalta el docente. «Es una tecnología que va a tardar décadas en implementarse, pero creo que será el futuro de la energía», afirma el docente. «Si conseguimos crear energía limpia, barata e inagotable con la fusión, no necesitamos otra alternativa», añade.

Las primeras centrales de generación eléctrica mediante fusión nuclear estarán en funcionamiento en el horizonte del año 2050, según indica la Agencia Internacional de la Energía. Es en esa fecha en la que se han establecido los objetivos de cero emisiones. Actualmente, ITER (International Thermo-nuclear Experimental Reactor) es el mayor programa en desarrollo para la investigación de la fusión nuclear. Se trata de un programa gubernamental en el que participan la UE, EE.UU., Japón, Rusia, China, Corea del Sur e India con un coste de 22.000 millones de euros para su construcción en el sur de Francia. «Su objetivo no es producir electricidad, sino demostrar la viabilidad de la fusión nuclear produciendo una ganancia neta de energía y manteniendo la reacción durante un largo período de tiempo. Los primeros experimentos para crear plasma de alta temperatura comenzarán en 2025, mientras que los de generación de electricidad se esperan para 2036», explica Andrés Cadenas.

Apuesta pendiente

Teniendo en cuenta los objetivos del Pniec marcados en materia de energía renovables, España está por debajo del ritmo necesario para alcanzar las metas. Esta hoja de ruta marca para 2030 unos objetivos del 81% de generación eléctrica renovable y un 48% sobre el uso final de la energía, «y lo que estamos viendo es que la demanda se está contrayendo. En 2023 hemos roto la barrera del 50%, con más de la mitad de la electricidad renovable en España, pero si no aumenta la demanda eléctrica no permitiremos que ese buen ritmo de las renovables en el sistema eléctrico se traslade a otros sectores que van muy retrasados como el transporte o la calefacción. Si no apostamos por la electrificación no llegaremos a las metas marcadas en descarbonización ni en porcentaje de energía renovable», explica José María González Moya, director general de APPA Renovables.

En 2023 el porcentaje de electricidad renovable fue del 50,3% a nivel nacional, cubriendo la eólica el 23,5% de la demanda, la fotovoltaica el 14% y la hidráulica el 9,5%. «Si nos fijásemos sólo en la península, el porcentaje sería del 52,2%, está claro que es un éxito de integración», apunta González Moya. Respecto a este año 2024, eólica y fotovoltaica se comportan de forma bastante predecible, «con la incorporación de potencia de los últimos años podríamos estar en un 24% de generación eólica y alrededor del 15% de generación fotovoltaica. Junto con el buen arranque de la hidráulica, esperamos superar en algunos puntos ese 50%», añade.

Desde APPA Renovables recuerdan que España es país experto reconocido internacionalmente en el desarrollo de renovables. No obstante, consideran necesario elegir su lugar y dar un paso al frente. «Hemos ido, al igual que el resto de Europa, dejando caer la industria asociada. Hay que trabajar para recuperarla, hay que trabajar para impulsar la industria renovable y hay que trabajar para que las renovables atraigan industria», subraya González Moya. «Si podemos ofrecer electricidad a precios muy competitivos, mucho más barata que en Europa, pero que satisfaga las necesidades de los desarrolladores, las empresas elegirán instalarse en nuestro país, que además tiene unas magníficas conexiones marítimas y es un polo entre Europa, Latinoamérica y África, en vez de elegir otros países europeos. Tenemos una oportunidad de oro, pero hay que poner los medios para aprovecharla», apunta.

Todos los esfuerzos a nivel país se centran en eólica y fotovoltaica, especialmente en esta última, y José María González Moya lo considera un error estratégico. La fotovoltaica, tanto en instalaciones con venta a red como en autoconsumo, es una tecnología magnífica, «pero su curva de generación es muy similar y genera de forma simultánea en todo el territorio nacional. Esto afecta gravemente a los mercados, como estamos viendo y veremos durante el año, con muchas horas a precio cero y vertidos de electricidad en horas centrales», explica. Señala igualmente que la minihidráulica lleva años parada, sin un plan específico que permita la repotenciación de estas centrales que llevan muchas de ellas acompañándonos más de un siglo. Por otro lado, «la biomasa necesita que se revise su retribución, se revisaron sus ingresos regulados cuando tenía ingresos altos por mercado y ahora que el mercado está por los suelos está sufriendo, con ventas a pérdidas en muchos proyectos». De ahí que APPA Renovables hable de la importancia de apostar por un mix diversificado, con cada tecnología en su justa medida. «Y que trabajemos en almacenamiento y gestión de la demanda, pilares de un mayor uso de nuestros recursos», puntualiza.

La minihidráulica lleva años parada, sin un plan para su repotenciación, subrayan desde APPA

El Pniec considera necesarios 241.412 millones de euros para alcanzar sus metas, el porcentaje más elevado corresponde a renovables con un 38%, seguido por ahorro y eficiencia (35%) y redes y electrificación (24%). Más del 80% de esas inversiones corresponden al sector privado. «Las empresas no van a invertir más de 190.000 millones para alcanzar las metas fijadas en el Pniec si no tienen claro que esa inversión va a tener un retorno», afirma el director general de APPA Renovables. En el caso de las renovables, eólica y fotovoltaica no necesitan incentivos económicos, «necesitan seguridad. Y en aquellas tecnologías que sí necesitan incentivos, cuando analizamos los beneficios (empleos generados, población rural fijada, menores costes asociados a enfermedades respiratorias…), el análisis coste-beneficio es muy positivo», añade

Hidrógeno verde

España está apostando fuertemente por el hidrógeno verde, una energía de futuro que va a requerir de grandes inversiones y en la que nuestro país tiene potencial. «Aunque aún se requieren desarrollos regulatorios, su uso es una oportunidad para diseñar todas las infraestructuras en modo nativo digital», considera el consultor de Accenture. Su transversalidad, aplicable a todos los sectores (energético, transporte, residencial e industrial), le otorga un papel clave en la descarbonización. En 2023 se vieron dos grandes avances en el ámbito del hidrógeno: el principio de una regulación europea que define lo que es el hidrógeno renovable y el inicio de la llegada de fondos europeos a los proyectos de hidrógeno. «En 2024 esperamos que se consolide la regulación europea y el arranque de grandes proyectos de hidrógeno», señala Javier Brey, presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2). «El hidrógeno renovable supone el cambio de un paradigma energético, el paso de la economía basada en los combustibles fósiles a la economía del hidrógeno y, necesariamente, eso conlleva tiempo», añade.

Para Víctor Ruiz Ezpeleta, si bien está aceptada esta gran apuesta por el hidrógeno verde, una vez que la tecnología usada debe seguir desarrollándose, «tendremos que actuar en paralelo».


Pulsa aqui para ampliar la noticia