aGUAS RESIDUALES
En un contexto de escasez marcada por las variaciones en el clima, es imprescindible un uso más sostenible y eficiente de los recursos hídricos con apuestas por su reutilización, reciclaje y regeneración, que permitan dar nuevos usos a las aguas residuales.
En los últimos años estamos siendo cada vez más conscientes de una realidad: el agua es un recurso limitado, escaso y muy valioso. No solo es imprescindible para nuestra supervivencia como especie, la de los ecosistemas y la biodiversidad, sino que otros sectores como la economía o la industria dependen directamente de ella. Garantizar su circularidad se ha convertido en un importante desafío, por otra parte, nada novedoso en la naturaleza, ya que el agua es el recurso circular por excelencia que pasa por los procesos de evaporación, condensación, precipitación, infiltración y escorrentía.
Sin embargo, existen otras opciones para hacer un uso más sostenible de los recursos hídricos y, en este sentido, destaca la denominada regla de las tres erres: reutilización, reciclaje y regeneración, con la que se busca dar nuevos usos a las aguas residuales.
La reutilización es el proceso que permite volver a utilizar el agua que ha tenido un uso municipal o industrial. Para devolverlas al medio natural, hay que depurarla previamente, es decir, eliminar contaminantes como microorganismos, materia orgánica, químicos, patógenos o nutrientes. Aunque devolver el agua al medio natural no es la única opción, puesto que puede ser sometida a otros tratamientos que adecuen su calidad para darle otros usos y una segunda vida útil. Una vez hecho esto, las aguas residuales se convierten en regeneradas.
El agua regenerada es una de las herramientas más valiosas para contribuir al equilibrio hídrico y paliar las consecuencias de la sequía. Este recurso cuenta con un alto potencial de crecimiento, debido a que en España se reutiliza entre el 7 y el 13 % del total de agua residual, según se desprende del libro La Economía Circular y el sector del agua en España: análisis jurídico-económico (Editorial Tirant lo Blanch), que analiza el presente y futuro del agua regenerada, sus ventajas y los retos para su implantación con carácter masivo.
Desde finales del año 2007, la reutilización de agua en nuestro país está recogida en el Real Decreto 1620/2007, de 7 de diciembre (RD 1620/2007). En esta ley se establecen los usos que pueden tener las aguas regeneradas, que pueden destinarse a la agricultura, al riego de jardines y zonas de ocio, a la industria o a la limpieza de alcantarillado, entre otras muchas actividades. En nuestro país, según la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR), Valencia es la comunidad que mayor caudal de agua reutiliza (158 hm3 en 2015) y Murcia la que lo hace en un mayor porcentaje, donde llegan a alcanzar el 90 % del agua residual tratada. Conjuntamente, en ambas regiones se produce más de la mitad del agua regenerada que se usa para el riego en toda España, siendo el principal uso de este recurso. Fue en 2006 cuando Alicante comenzó a implantar la reutilización del agua para su uso en el medio urbano. Fruto de esta apuesta, 4.662.795 m2 de zonas verdes disponen en la actualidad de acceso al riego con agua regenerada, lo que equivale a un 83 % de la superficie total de las zonas verdes existentes en la ciudad alicantina.
Otra vía para dar una segunda vida a los recursos hídricos se consigue a través de la desalación, un proceso que consiste en la obtención de agua potable para el consumo humano, la industria o la agricultura, por medio de la separación de las sales de una disolución salobre. En nuestro país, según datos del Ministerio de Transición Ecológica, existen en la actualidad más de 900 desalinizadoras en servicio y dichas instalaciones permiten producir unos 4.500 millones de litros de agua desalada al día, lo que supone el 10 % del agua potable que se consume.
Pero la mayoría de los sectores industriales que emplean agua en sus procesos, por ende, generan aguas residuales industriales. El uso de aguas urbanas para uso industrial es una práctica que, según la Unión Europea (UE), puede llegar a reducir de forma global el consumo de agua potable en un 5 %.
Por ello, cada vez más empresas abogan por una gestión sostenible del agua a lo largo de sus procesos productivos, reduciendo, protegiendo, regenerando y reponiendo este valioso recurso. Es el caso de Coca-Cola Europacific Partners, que en 2022 logró una reducción del uso del agua del 19,8 % respecto a 2010 en España, un hito que supuso lograr por muy poco su objetivo de reducción de consumo hídrico en un 20 % para 2025.
El sector energético también se ha propuesto concentrar esfuerzos en la gestión del agua. Así, en las zonas de estrés hídrico, Cepsa busca reducir un 20 % la captación de agua dulce en 2025 respecto a 2019. Una medida que supondrá un ahorro de más de tres millones de metros cúbicos de agua dulce al año. Además, la compañía apuesta por la economía circular mediante el acuerdo con la empresa pública de Aguas y Residuos del Campo de Gibraltar (Arcgisa) en el que se pactó la regeneración de 4,2 millones de metros cúbicos de agua de la futura estación depuradora para uso industrial y para la producción de hidrógeno verde en el Parque Energético San Roque (Cádiz). El uso eficiente y responsable del agua pasa por apostar por su circularidad, y Cepsa está comprometida a alargar al máximo su vida útil dentro y fuera de sus operaciones.
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