Las compañías aceptan un rol de liderazgo en la senda de la descarbonización pero reclaman colaboración público-privada para abordar con garantías las inversiones necesarias para alcanzar las metas.
La localización geográfica convierte España en un país especialmente vulnerable al impacto del cambio climático. Expuesta al aumento de los episodios de calor extremo, sequías y olas de calor, el 75% de la península ibérica está en peligro de desertización, según el Fondo Mundial para la Naturaleza. El rol de las empresas, el sector público y la sociedad para hacer frente a los retos que supone este elevado riesgo protagonizó la jornada Desafíos para la lucha contra el cambio climático y la descarbonización, en el marco del segundo encuentro de sostenibilidad organizado por EXPANSIÓN y Bain & Company.
Aunque España ha hecho un esfuerzo por lograr avances en la hoja de ruta de la descarbonización y ha conseguido reducir las emisiones de gases contaminantes, la velocidad del cambio no es suficiente. Esta transformación debería acelerarse entre nueve y doce veces respecto al ritmo actual, según advierte la nueva edición del Informe de madurez ESG en España, elaborado por Bain & Company para recoger la visión del mercado nacional en el contexto del nuevo paradigma que supone la generalización de los criterios ESG -medioambientales, sociales y de buen gobierno-.
«El primer gran reto que detectan las empresas tiene que ver con la información: son medidas complicadas y novedosas, mientras que los incentivos son escasos», comentó Ibon García, socio de Bain & Company, acerca de una transformación que concede a las grandes compañías el papel de agentes del cambio. Ante un riesgo climático que plantea amenazas reales sobre la continuidad de las operaciones y puede generar aumentos de costes, García subrayó que «todas las voces de la industria destacan la colaboración público-privada como un aspecto clave para el éxito de estas iniciativas». Para ello, reclaman estabilidad en el marco regulatorio y una simplificación de los trámites burocráticos.
Estrategias
La descarbonización es un desafío particularmente complejo para el sector energético, que se enfrenta al denominado trilema energético: sostenibilidad, seguridad de suministro y un precio asequible. «Descarbonizar no pasa únicamente por la electrificación: hay más tecnologías y soluciones que España y Europa no están considerando del todo», subrayó Antonio López-Rodriguez, head de transición energética y cambio climático de Repsol. En concreto, hizo alusión a alternativas como el hidrógeno verde y el biometano, añadiendo que «necesitamos marcos regulatorios estables que apoyen la inversión de las compañías a largo plazo y permitan que los costes de la transición energética se reduzcan».
El responsable de Repsol remarcó que el control de las emisiones de Alcance 3 -aquellas originadas en la cadena de suministro- es uno de los principales retos para las grandes empresas, una visión que compartió Beatriz Arribas, senior manager de sostenibilidad de Coca-Cola Europacific Partners: «En nuestro caso representa más del 90% de las emisiones; eso nos brinda una gran oportunidad porque tenemos la capacidad de ayudar a otros sectores acompañando a nuestros proveedores». Con el foco en ámbitos como la hostelería, «las empresas líderes debemos tomar decisiones y asumir esa responsabilidad de liderazgo», dijo Arribas, que abogó por «pasar del compromiso a la acción».
En este sentido, «cada empresa afronta el desafío de la neutralidad en carbono desde una posición distinta; por ello es importante la flexibilidad y la colaboración público- privada», comentó Cristina Riestra, jefa del área de medioambiente y cambio climático de la CEOE. Las pymes necesitan capacitación y recursos para sumarse a estos objetivos, pero deben hacerlo para no perder competitividad, dado que accionistas e inversores cada vez se fijan más en los aspectos ligados a la sostenibilidad. De este modo, Riestra afirmó que «la colaboración entre empresas y sectores resulta esencial para la adaptación al cambio climático», así como las inversiones en tecnología e infraestructuras sostenibles.
Pese a que España goza de una buena posición relativa en la senda de la descarbonización, queda mucho por hacer en el plano de la movilidad tanto de personas como de mercancías. «Nos enfrentamos a un problema complejo donde las restricciones fundamentales no tienen que ver con la tecnología ni con la disponibilidad de recursos financieros, con la gobernanza, la toma de decisiones y la búsqueda de incentivos suficientes», destacó Gonzalo Delacámara, director del IE Centre for Water & Climate Adaptation. Si bien los costes de la descarbonización son altos, Delacámara advirtió que «el coste de la inacción es mucho mayor».
En definitiva, «esta transición sólo puede materializarse si, a su vez, va acompañada de una transformación del modelo de negocio que genere valor», indicó Ignacio Otero, socio director de Bain & Company en España y Portugal. La buena noticia es que esto es posible, como demuestra el ejemplo de compañías que implementan modelos de economía circular que dan lugar a nuevas cadenas de valor. Además de la importancia de llevar a cabo una transición ordenada, Otero coincidió en que la necesidad de generar ecosistema: «Es imposible conseguir avances sin alianzas y cooperación precompetitiva».
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