El Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), José Manuel Salazar-Xirinachs, dio a conocer en el marco de la 28ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28) que se realiza en la ciudad de Dubái (Emiratos Árabes Unidos), un nuevo informe del organismo que destaca las necesidades de financiamiento climático para América Latina y el Caribe en su lucha contra el calentamiento global.
El documento titulado “Economía del cambio climático en América Latina y el Caribe 2023: Necesidades de financiamiento y herramientas de política para la transición hacia economías bajas en carbono y resilientes al clima” presenta las tendencias actuales de las emisiones regionales, los compromisos de acción climática y las estimaciones de inversión requerida para cumplir con las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (CNDs), además de establecer lineamientos a seguir en la búsqueda para alcanzar un desarrollo inclusivo, sostenible y justo para la región.
Fue presentado por la máxima autoridad de la CEPAL durante el evento paralelo de la COP28 “Cooperación económica entre España y América Latina para el financiamiento climático”, realizado en el pabellón español de la cita mundial, el cual fue moderado por Gonzalo Muñoz, Campeón de Alto Nivel de la ONU para el Clima COP25, y miembro de la junta directiva de GFANZ LAC, y en el que participaron también Alicia Montalvo, Gerente de Acción Climática y Biodiversidad Positiva de CAF – Banco de Desarrollo de América Latina; Ricardo Marshall, del Programa Roofs to Reefs (R2RP) de la Oficina del Primer Ministro de Barbados; y Elsa Velasco, Jefa de Equipo de EUROCLIMA+ 2020 en FIIAPP.
“El cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Durante años, la CEPAL ha analizado sus impactos en América Latina y el Caribe y ha encontrado que el costo de la inacción supera el costo de la acción, que estos impactos son no lineales, y exponenciales, y que el calentamiento global exacerbará los efectos negativos de los fenómenos meteorológicos extremos”, advirtió José Manuel Salazar-Xirinachs en su presentación.
“Nuestro documento muestra que, para 2030, la pérdida de productividad laboral debida al estrés térmico podría alcanzar el 10% en algunos países, lo que afectaría directamente al potencial de crecimiento de la región. Además, hay que tener en cuenta el impacto de los fenómenos extremos”, agregó el alto funcionario de las Naciones Unidas.
El informe destaca la importancia del financiamiento en sectores económicos claves como el cambio de uso de suelo, agricultura, ganadería y silvicultura que a nivel regional representan el 58% de las emisiones de gases de efecto invernadero. A pesar de lo anterior, actualmente el financiamiento está dirigido principalmente a la mitigación en desmedro de la adaptación y las acciones transversales. Así, en 2020 el 89% del financiamiento climático global estuvo destinado a mitigación, un 8% a adaptación y sólo un 3% a acciones transversales.
“América Latina y el Caribe está profundamente comprometida con la acción climática: se fijó el objetivo de reducir emisiones entre 24% y el 29% para 2030, respecto a un escenario sin cambios. Pero para ello la tasa de descarbonización de la región (0,9%) tendría que ser cuatro veces más rápida”, advirtió el Secretario Ejecutivo de la CEPAL.
Según el estudio, cumplir con los compromisos de acción climática requiere una inversión de entre 3,7% y 4,9% del PIB regional por año hasta 2030. A modo de comparación, en 2020 el financiamiento climático en América Latina y el Caribe fue de solo 0,5% del PIB regional. Por lo tanto, cerrar la brecha de financiamiento climático requiere aumentar la movilización de recursos nacionales e internacionales entre 7 y 10 veces, señaló Salazar-Xirinachs.
“La inversión en la acción climática puede reportar beneficios no solo medioambientales, sino también económicos y sociales, ya que los niveles de inversión y financiación de las medidas de mitigación y adaptación supondrán un importante impulso para el crecimiento, el empleo y el desarrollo social”, enfatizó.
En cuanto a las recomendaciones, el documento también destaca la necesidad de coordinar las políticas y alinear el sistema financiero para canalizar los flujos de inversión hacia actividades productivas que impulsen los sectores que son los motores de la economía, con vistas a lograr un desarrollo más productivo, más inclusivo y más sostenible.
En este sentido, indicó que los países de la región deben intensificar y escalar sus políticas de desarrollo productivo. Reiteró que la CEPAL ha identificado varios sectores dinamizadores, áreas de oportunidad para el crecimiento económico y la colaboración, entre los que se encuentran la transición energética, electromovilidad, la economía circular, bioeconomía, industria farmacéutica y de implementos médicos, los servicios modernos (digitales) y la economía del cuidado, entre otras.
Entre las necesidades de financiamiento climático destacan la cobertura total de sistemas de alerta temprana que necesita una inversión de US$ 2,8 mil millones, es decir, tan solo un 0,011% del PIB regional anual. Por otro lado, la generación de áreas protegidas que preserven al menos el 30% de las áreas terrestres y marinas significa un costo de entre el 0,26% y el 0,28% del PIB.
En cuanto al total del financiamiento climático en América Latina en 2020 alcanzó los US$ 22,9 mil millones. Esta cifra corresponde a un 0,5% del PIB y el 90% del presupuesto provino de bancos multilaterales de desarrollo y bonos verdes. Por su parte, el monto de inversión extranjera (IED) representó un 2,5% del PIB, lo que significó US$ 105.000 millones, quintuplicando la cifra de financiamiento climático.
En 2009, los países desarrollados se comprometieron a movilizar US$ 100.000 millones anuales hacia los países en desarrollo para aportar en la lucha contra el cambio climático. Sin embargo, la OECD identificó en 2020 que, los países desarrollados movilizaron US$ 17.000 millones menos de lo comprometido para ese año.
El trabajo de las naciones de América Latina y el Caribe en conjunto da cuenta de la reducción de emisiones entre un 5% y un 10%. No obstante, estas cifras aún son insuficientes ya que permitirían el incremento de la temperatura en 2,5°C. Para alcanzar el objetivo de que el aumento no sea mayor a 2°C, se estima que la disminución en la emisión de gases de efecto invernadero debe ser de un 30%. Mientras que para lograr la meta de que el alza de la temperatura global no supere los 1,5°C la reducción debe ser de al menos un 45% al 2030.
América Latina y el Caribe generan sólo el 10% de las emisiones globales, pero la región es profundamente vulnerable. En Sudamérica ha habido 875 desastres naturales entre 2014 y 2019, lo que significó un aumento de un 5% en la pérdida de vidas humanas. Junto con lo anterior, las pérdidas económicas se incrementaron en un 30% llegando a los US$ 103.000 millones, en los últimos 5 años. En 2021 la pobreza y la pobreza extrema se situaron en 32,1% y 13,8% lo que equivale a 201 y 86 millones de personas respectivamente.
“La CEPAL mantiene su compromiso y seguirá trabajando por un futuro ambientalmente sostenible, socialmente inclusivo y económicamente competitivo en América Latina y el Caribe”, finalizó el Secretario Ejecutivo.
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