En el momento que vivimos de transición energética, el coche eléctrico, y digital, las tierras raras se encuentran en el centro del tablero geopolítico mundial. Desde el final de la Segundo Guerra Mundial, el desarrollo industrial, y la consiguiente globalización, ha llevado a multiplicar por ocho el consumo de metales.

Al hablar de tierras raras estamos hablando, entre otros, de platino, paladio, rodio, cobalto o berilio. Desconocidos para el gran público, pero indispensables en nuestra vida cotidiana, por ejemplo, en nuestro teléfono móvil.

China, según el servicio geológico de EE. UU., controla el 60% de las tierras raras del mundo. Además, China importa entre un 25 y un 30% de toda la producción mundial de materias primas y representa el 35% de la oferta mundial de bienes manufacturados.

Actualmente, la Unión Europea depende enormemente de la importación de estos materiales. En el caso del cobalto, en un 86% (sobre todo del Congo), o incluso en un 100%, como es el caso del litio o las tierras raras (suministrado casi exclusivamente por China). Esta alta dependencia del exterior de elementos esenciales para la transición energética y digital supone un riesgo en cuanto a que responde a los vaivenes del comercio internacional.

La Comisión Europea reconoce que, debido a las limitaciones geológicas de la UE, la demanda futura de materias primas fundamentales seguirá cubriéndose en gran medida con importaciones, tanto a medio como a largo plazo.

Por este motivo, tanto en España como en el resto de la Unión Europea, se necesita un cambio de paradigma si Europa quiere desarrollar nuevas fuentes de suministro local con altas protecciones ambientales y sociales.

La demanda de metales primarios de la UE alcanzará su punto máximo alrededor de 2040. A partir de entonces, el reciclaje se postula como una de las únicas opciones que pueden ayudar a lograr una mayor autosuficiencia y seguridad estratégica.

 

El reciclaje de RAEE permitiría recuperar las materias primas que los componen para fabricar nuevos aparatos e impulsar así el modelo de Economía Circular.

 

El objetivo principal es potenciar, de forma definitiva, un uso circular de los recursos que existen o que ya han entrado en Europa y que obligará a todos los actores, generalizando procesos en los que la Fundación Ecolec lleva trabajando desde su fundación en 2004: reciclar y reutilizar, además de reducir y reparar, las famosas 4R.

En una sociedad de consumo como en la que vivimos, los residuos que generamos son un asunto capital, tanto por lo que tienen de residuo, obvio, como por lo que tienen de recurso. Por ejemplo, en el ámbito de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), según el estudio Global E-Waste Monitor 2020 de las Naciones Unidas, en 2019 se alcanzó el récord de generación mundial de residuos electrónicos con 53,6 millones de toneladas, un 21% más en apenas cinco años y con un crecimiento de generación superior al de la población del planeta.

Según el citado estudio, en 2019 tan solo se gestionaron en el mundo el 17,4% de los RAEE a nivel mundial; ya no solo es la contaminación y el colmatado de vertederos que esa mala gestión genera, sino la pérdida de recursos: las estimaciones indican que se perdieron en torno a 57.000 millones de dólares en materiales recuperables, aproximadamente el PIB anual de Lituania.

 

En una sociedad de consumo como en la que vivimos, los residuos que generamos son un asunto capital, tanto por lo que tienen de residuo, obvio, como por lo que tienen de recurso.

 

Frente a esa realidad están los números de la Fundación Ecolec: en 2022 gestionó casi 120.000 toneladas de este tipo de residuos en España, pudiendo aprovechar hierro, cobre y aluminio, entre otros metales. Es el único SCRAP (Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor) que logra superar las 100.000 toneladas durante seis ejercicios consecutivos.

El desabastecimiento de materias primas, la falta de materiales para fabricar nuevos dispositivos electrónicos y un uso intensivo de la tecnología se conjugan en un nuevo contexto mundial. En este escenario, Fundación Ecolec ha conseguido trasladar a la ciudadanía y a los agentes sociales, a través de su actividad y de diversas iniciativas (#GreenWeek, #GreenLeague), la importancia de la correcta gestión de los RAEE como alternativa sostenible para recuperar metales valiosos. Para esta gestión ha sido indispensable la colaboración y coordinación entre administraciones públicas, empresas privadas, agentes sociales y ciudadanía que han considerado valorado la importancia de dar una segunda vida a los dispositivos electrónicos a través del reciclaje.

Por tanto, el reciclaje de estos residuos permitiría recuperar las materias primas que los componen para fabricar nuevos aparatos e impulsar así el modelo de Economía Circular.

No se debe olvidar que, además de la cuestión económica, la gestión inadecuada de los RAEE agrava la lucha contra el Cambio Climático, porque si estos componentes no se reciclan, no pueden sustituir las materias primas, ni reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Por esta razón, este tipo de residuos se han convertido en las nuevas minas urbanas del siglo XXI.


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